Podemos está ya en plena campaña de cara a las municipales y autonómicas del 28-M. Lo hace con mítines en los que sus dirigentes, principalmente Ione Belarra e Irene Montero, dedican casi más tiempo a criticar a sus aliados socialistas en el Gobierno que a reprobar a las fuerzas de derecha cuyo empuje en las urnas puede desalojar a la formación morada de buena parte de los ayuntamientos y gobiernos regionales de los que forman parte. Ayer, en un mitin en Las Palmas, Belarra incidió en el papel decisivo que, a su juicio, juegan los suyos en Consejo de Ministros para inclinar las políticas del Ejecutivo y presentó a los morados como el dique de contención para impedir que el PSOE no se ‘derechice’ tras el 28-M. La líder del partido se dijo persuadida, en concreto, de que sus socios pactarán con Coalición Canaria si la suma de la izquierda no da para retener el Gobierno del archipiélago. La también ministra de Asuntos Sociales acusó al PSOE de ser un partido «conservador», que solo afronta reformas de carácter progresista porque necesita los votos de Unidas Podemos. Puso como ejemplo la recién aprobada ley de vivienda gracias a la mayoría labrada con casi todo el bloque de la investidura –el PNV votó en contra–, una norma que definió como «una victoria a celebrar» pese a los socialistas, ya que estos, añadió, han defendido durante décadas los intereses de los especuladores urbanísticos. Y avisó, una vez más, a sus socios de Gobierno de que Podemos vigilará que «se cumpla hasta la última coma de la ley», antes y después del 28-M. Malas perspectivas Los morados, enfrentados a Yolanda Díaz, obligados a competir con siglas que avalan a Sumar por la fragmentación de las izquierdas y en un contexto de fuerte polarización entre el PSOE y el PP, intentan frenar la sangría de votos que les auguran ya algunas encuestas. Frente a los nubarrones, Belarra y Montero tratan de marcar distancias con el PSOE, sus aliados y con los que se niegan a romper, para movilizar el voto a la izquierda de los socialistas. «El PSOE nunca quiere abordar una mejora en los derechos sociales», acusó Belarra, antes de afirmar que debe gobernar la «gente correcta».
Podemos está ya en plena campaña de cara a las municipales y autonómicas del 28-M. Lo hace con mítines en los que sus dirigentes, principalmente Ione Belarra e Irene Montero, dedican casi más tiempo a criticar a sus aliados socialistas en el Gobierno que a reprobar a las fuerzas de derecha cuyo empuje en las urnas puede desalojar a la formación morada de buena parte de los ayuntamientos y gobiernos regionales de los que forman parte. Ayer, en un mitin en Las Palmas, Belarra incidió en el papel decisivo que, a su juicio, juegan los suyos en Consejo de Ministros para inclinar las políticas del Ejecutivo y presentó a los morados como el dique de contención para impedir que el PSOE no se ‘derechice’ tras el 28-M. La líder del partido se dijo persuadida, en concreto, de que sus socios pactarán con Coalición Canaria si la suma de la izquierda no da para retener el Gobierno del archipiélago. La también ministra de Asuntos Sociales acusó al PSOE de ser un partido «conservador», que solo afronta reformas de carácter progresista porque necesita los votos de Unidas Podemos. Puso como ejemplo la recién aprobada ley de vivienda gracias a la mayoría labrada con casi todo el bloque de la investidura –el PNV votó en contra–, una norma que definió como «una victoria a celebrar» pese a los socialistas, ya que estos, añadió, han defendido durante décadas los intereses de los especuladores urbanísticos. Y avisó, una vez más, a sus socios de Gobierno de que Podemos vigilará que «se cumpla hasta la última coma de la ley», antes y después del 28-M. Malas perspectivas Los morados, enfrentados a Yolanda Díaz, obligados a competir con siglas que avalan a Sumar por la fragmentación de las izquierdas y en un contexto de fuerte polarización entre el PSOE y el PP, intentan frenar la sangría de votos que les auguran ya algunas encuestas. Frente a los nubarrones, Belarra y Montero tratan de marcar distancias con el PSOE, sus aliados y con los que se niegan a romper, para movilizar el voto a la izquierda de los socialistas. «El PSOE nunca quiere abordar una mejora en los derechos sociales», acusó Belarra, antes de afirmar que debe gobernar la «gente correcta».